Oficialmente aún quedan días de verano, extraoficialmente en algunos sitios puede alargarse un mes más sin problemas. Pero si tu verano ya ha acabado, bien porque el tiempo no acompaña o porque has vuelto a la rutina, siempre puedes alegrarte el día con una manicura colorida.

Lo mejor de éstos tonos es que al ser tan llamativos dan un aspecto más bronceado a las manos, o menos pálido según cómo, en cualquier caso te subirán el ánimo o te animarán el día.

Como iba a usar colores muy pigmentados empecé aplicando la base Bonder de Orly. A continuación una capa de Méli Melon de Bourjois, un coral anaranjado que tiende a pastel.


Sobre una esponja de maquillaje (de esas blancas de silicona), apliqué dos líneas, una encima de la otra, de los esmaltes que iba a combinar.

Normalmente no lo hago con ese tipo de esponja ni lo aplico directamente en la esponja, sino que suelo ponerlo sobre papel de aluminio y de ahí voy cogiendo con la esponja, pero quería probar así, después de que la primera vez, hace años, fuera un fracaso.

Al utilizar las esponjas de maquillaje deberemos re-aplicar esmalte cada vez que la usemos puesto que absorbe mucho el líquido. Por eso, también se tiene que trabajar más rápido que con una esponja convencional.


Lo combiné con el esmalte 818 de Deborah Milano. Es también un coral, mucho más subido de tono y de acabado más llamativo puesto que según cómo tiende a rojizo.

Para unificar la superficie y que fueran obvias las marcas de la esponja apliqué Seche Vite.

La idea era llevar las uñas de un sólo color pero aportarle un toque de luz en las puntas, ésto se consigue combinando el mismo color en dos tonos o con diferentes matices. El resultado es más sencillo que un ombré de contrastes pero más llamativo que llevar las uñas con un único esmalte.